GLEN BURNIE – Alexandra Meza compartió una sabiduría que parece va más allá de sus 9 años.
La ocasión fue la celebración de la Virgen de Guadalupe de la Arquidiócesis de Baltimore el 14 de diciembre en la Escuela Católica Monseñor Slade, un sitio frecuente de congregación para la Parroquia de Cristo Rey. Meza estaba allí con su familia, incluida su madre, María, quien coordina a los servidores de la parroquia.
“Lo que ella significa para mí es que es la madre de todos nosotros”, dijo la joven Alexandra sobre la Patrona de las Américas y de los no nacidos.
Cada año la arquidiócesis intenta celebra la Misa en una uparroquia distinta cerca del actual día de fiesta del 12 de diciembre para reconocer la larga tradición de devoción a la Virgen de Guadalupe, particularmente con los católicos de herencia centroamericana y sudamericana. Cristo Rey crumple con los requistos, ya que cuenta con una fuerte población latina y dos misas de fin de semana en español.
Ante una multitud desbordada de aproximadamente 600 personas en el auditorio Slade, el Arzobispo William E. Lori celebró la misa, que fue seguida por la recitación del rosario y una recepción.
“Hay algo muy especial en la Virgen de Guadalupe”, dijo Laura Languidey, una feligresa de Cristo Rey que estuvo entre las coordinadoras de la Misa.
Según la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, la fiesta marca el día el año 1531 cuando “la Santísima Madre apareció en una visión al campesino Juan Diego en el Tepeyac, cerca de la Ciudad de México, y le encargó que pidiera al obispo que construyera una iglesia en ese lugar”.
Cuando el obispo exigió una señal, “Nuestra Señora hizo que Juan Diego recogiera flores en su tilma en diciembre para llevarlas al obispo. Cuando Juan Diego abrió su tilma, la colorida imagen de Guadalupe quedó plasmada en la tela de cactus”.
Ese icono se ha convertido en un símbolo de la Virgen de Guadalupe, quien, según la USCCB, “sigue inspirando a la gente pobre y oprimida en todo el mundo”.
La Misa en Cristo Rey se realizó en español, con la excepción de la introducción, en la que un lector reconoció el amor de la Virgen como “Un amor sin fronteras”. En su homilía, el arzobispo Lori señaló asuntos que tocan profundamente a muchos de los fieles.
Así como la aparición de la Virgen de Guadalupe vino a traer esperanza al pueblo indígena de Latinoamérica, así mismo también, nosotros, por medio de nuestro bautizo, estamos llamados a llevar esa esperanza a aquellos que lo necesitan”, dijo el Arzobispo. “El mensaje guadalupano de amor, compasión, auxilio y defensa de los oprimidos, quiere fortalecer la fe de sus hijos, especialmente de los inmigrantes para que vivan con la mayor dignidad posible, en éste y en todos los países”.
“Yo les invito a que, en esta época, hoy más que nunca, hagamos espacio en nuestro Corazón para recibir a aquellos que están agobiados, desesperados, y desamparados. Abracemos a nuestros hermanos inmigrantes como la madre abrazó en su regazo a San Juan Diego. Ya que el que recibe a un hermano, recibe a Cristo”, agregó.
La misa comenzó con algunos fieles que llevaban banderas que representaban a las naciones de las Américas.
Más tarde, una procesión de baile de otros fieles vestidos con réplicas de atuendos aztecas tradicionales y coreografiados a una cadencia rítmica de tambores, apareció en el pasillo central. Esto fue para reconocer cómo la antigua cultura mexicana una vez ofreció gracias por la aparición de la Virgen y su introducción a Jesús.
Se había planeado una procesión al aire libre, dijo Languidey, pero fue cancelada debido a las inclemencias del tiempo.
Entre los concelebrantes estuvieron el Padre T. Austin Murphy Jr., pápárroco de Cristo Rey, y el Padre Diego Rivera, un sacerdote visitante nativo de Colombia. También asistieron los diáconos German Flores y José Gabin.