Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Es para mí un gozo especial saludarlos en este tiempo de Adviento y expresarles mi solidaridad en estos tiempos inciertos. Ustedes saben muy bien que nuestro mundo está plagado de problemas que pueden causar sentimientos de estrés y ansiedad. La preocupación por el presente y el futuro puede ser realmente abrumadora. Ya sea que hayan llegado recientemente a la Arquidiócesis de Baltimore o que hayan estado aquí durante décadas, sepan que nuestra fe común y nuestra esperanza compartida nos unen. Somos una familia en el Señor. Les deseo mucha paz y rezo por ustedes y sus familias.
Su presencia en la Arquidiócesis es una bendición en muchos sentidos. Traen una dedicación diaria al trabajo duro y nutren el amor y el cuidado que es tan claramente evidente en sus familias. Su animada celebración de la Misa dominical fomenta una gran alegría en nuestra Iglesia local. Todo esto y más muestra su testimonio de un espíritu valiente y lleno de fe que recuerda a las generaciones de hombres y mujeres inmigrantes que vinieron antes que ustedes.
Desde la fundación de nuestra nación, las familias inmigrantes como la suya han sido esenciales para el crecimiento, la prosperidad y el bienestar de esta sociedad. A su vez, nuestro país merece un sistema de inmigración que ofrezca vías justas y generosas hacia la ciudadanía plena para los inmigrantes que viven y trabajan durante muchos años dentro de nuestras fronteras. Debemos encontrar una manera como nación de brindar alivio permanente a los recién llegados en la infancia, ayudar a las familias a permanecer juntas y dar la bienvenida a los refugiados. Estados Unidos debe proteger a los migrantes vulnerables y a sus familias, muchos de los cuales ya han sufrido un gran daño a manos de criminales.
La Arquidiócesis de Baltimore seguirá manteniéndose firme en unidad con nuestros hermanos y hermanas inmigrantes. A través de nuestras numerosas parroquias, ministerios y servicios, nuestra Iglesia local caminará con ustedes para ayudarlos con sus necesidades básicas, defender su bienestar y brindarles oportunidades de oración y adoración que alimenten su fe.
Que Dios los guarde bajo su cuidado y que nuestra Santísima Madre, la patrona de los Estados Unidos de América, cuya Inmaculada Concepción conmemoramos este día, los cuide siempre.
Fielmente en Cristo,
Reverendísimo William E. Lori
Arzobispo de Baltimore