Un mensaje del Arzobispo de Baltimore, William Lori
23 de septiembre de 2024
Queridos amigos en Cristo:
Como católicos fieles, creemos que cada persona está hecha a imagen y semejanza de Dios y, por lo tanto, tiene una dignidad inviolable y merece respeto y protección. Nuestra enseñanza social católica refleja esta creencia en cuestiones que abarcan desde la inmigración y el medio ambiente hasta el acceso a la salud, la pobreza y la pena de muerte. Entre estas cuestiones, el derecho más fundamental de todos es el derecho a la vida. Nuestra fe nos llama a defender la dignidad humana en todas las etapas de la vida, desde la concepción natural hasta la muerte natural.
En las próximas elecciones, se pedirá a los votantes de Maryland que voten sobre la Pregunta 1, la llamada “Enmienda de Libertad Reproductiva”. La Pregunta 1 busca consagrar el aborto en la Constitución del Estado de Maryland, una acción que es innecesaria y dañina dadas las ya permisivas leyes de aborto de Maryland. Es dañina porque desviaría recursos de los esfuerzos que promueven el bienestar de las mujeres, los niños y las familias. Permítanme explicarme.
Al consagrar el aborto en la Constitución, no abordaríamos las causas fundamentales por las que tantas mujeres sienten que el aborto es su única opción. Como católicos, debemos abogar por políticas que brinden soluciones integrales, como un mayor acceso a la atención médica, apoyo a las familias en dificultades, mejor educación sobre las opciones que afirman la vida y esfuerzos para reducir las desigualdades sociales y económicas.
La Iglesia sigue acompañando a las mujeres y a sus bebés, y colabora con organizaciones públicas y privadas para garantizar que su opción por la vida no se haga en solitario o se presente como imposible de realizar. Garantizar el acceso a recursos y servicios de apoyo para estas mujeres es crucial si queremos construir una sociedad que valore toda vida humana. La atención sanitaria, el cuidado de los niños, la vivienda asequible, la educación y la asistencia económica son los apoyos prácticos que pueden ayudar a las mujeres a negarse a poner fin a la vida de su hijo no nacido porque creen que no tienen otra opción o porque sienten que estarán solas.
En lugar de tomar la medida extrema de consagrar la legalidad del aborto en la Constitución de Maryland, deberíamos trabajar para crear una cultura en la que ninguna mujer se sienta obligada a elegir entre la vida de su hijo y un futuro prometedor.
Cuando votamos en contra de la Pregunta 1, no lo hacemos para limitar los derechos de nadie, sino para fomentar una sociedad de solidaridad y respeto por la vida, una sociedad en la que se honre a las mujeres, se aprecie el don de la vida y se satisfagan las necesidades de la madre y el niño.
Con gratitud por su consideración y con mis mejores deseos, quedo,
Fielmente en Cristo,
Reverendísimo William E. Lori
Arzobispo de Baltimore