2 de diciembre de 2022
Queridos amigos en Cristo:
Los saludo hoy para abordar nuevamente un asunto relacionado con el doloroso y preocupante tema del abuso sexual infantil.
Como sabrán, se está hablando mucho sobre si la Arquidiócesis se opone o no a la publicación del informe del Fiscal General de Maryland sobre el manejo histórico de las denuncias de abuso sexual infantil por parte de la Arquidiócesis. Por favor sepan que la Arquidiócesis no se opone ni se opondrá a la publicación del informe.
Declaramos este hecho la semana pasada, cuando también nos comprometimos a apoyar los derechos de algunas personas que se mencionan en el informe pero que no están acusadas de abuso, a las que no se les dio la oportunidad de responder al Fiscal General durante la investigación. Ahora merecen ser escuchadas por la corte y pagaremos sus honorarios legales para asegurarnos de que lo sean. Considero necesario aclarar este hecho, el cual ya habíamos expresado abiertamente luego de que el Fiscal General Frosh hiciera pública su moción solicitando permiso de la corte para publicar el informe de su oficina. Esto no significa que la Arquidiócesis busque de alguna manera evitar que el informe se haga público, como algunos han sugerido.
Hemos trabajado intensamente durante estas últimas décadas para asegurar que la Iglesia de hoy aprenda de la Iglesia del pasado. Creo que muchos de ustedes pueden dar fe de esto de primera mano. Lo ven en sus buenos párrocos y voluntarios laicos, y en los esfuerzos que la Iglesia ha realizado para mantener seguros a los niños y jóvenes. Es probable que a usted lo hayan evaluado antes de realizar una excursión con la escuela católica de su hijo, que haya recibido capacitación para detectar y denunciar signos de abuso, o que haya visto carteles en su parroquia con el número al que debe llamar si usted o alguien que conoce sospecha de abuso.
Si bien es probable que el informe del Fiscal General represente un doloroso recordatorio de una época en la vida de la Iglesia en la que ella falló en la protección de los niños y no actuó como debería cuando se enteró de las denuncias de abuso, sé, y espero que usted sepa, que esa no es la Iglesia de hoy.
Ninguna discusión sobre estos asuntos puede pasar por alto el hecho de que llegamos a este punto después de que representantes de la Iglesia causaron perjuicios graves y que lleva tiempo reconstruir la confianza y ganársela. Nuestra sincera esperanza es que este proceso proporcione en alguna medida conclusión y sanación para las víctimas-sobrevivientes, a quienes les debemos nuestro continuo apoyo y disculpas. A los demás, oro para que puedan encontrar seguridad y consuelo en la Iglesia de hoy.
Este es un momento difícil para los fieles y, lo que es más importante, para las víctimas-sobrevivientes. Únase a mí para orar por el fin del sufrimiento, por la restauración de la esperanza y por el camino cada vez más fortalecido hacia la paz y la sanación.
Que Dios nos bendiga y nos guarde siempre en su amor.
Fielmente en Cristo,
Reverendísimo William E. Lori
Arzobispo de Baltimore