No es ninguna exageración imaginar que la patrona de la Catedral de Nuestra Reina María en Homeland, apreció la escena.
Vicente Pérez durmió, lactó y jugó con su madre, Louren, en la capilla del Santísimo Sacramento el 25 de mayo, sin darse cuenta de los acontecimientos en el santuario principal, donde el arzobispo William E. Lori ordenó a 14 hombres al diaconado permanente para servir en la Arquidiócesis de Baltimore.
Los ordenandos incluyeron al abuelo materno de Vicente, José Antonio Rivera-Rivera, quien bautizó al niño de 7 meses al día siguiente en la iglesia San Juan Evangelista en Columbia.
Familiares de su ciudad natal en Puerto Rico y otros alegres visitantes estuvieron entre la multitud de más de 40 que flanqueó a diácono Rivera-Rivera y a monseñor Lori para una foto de grupo después del rito de ordenación que, aparte de otros actos perennes como la Misa Crismal y las graduaciones de escuelas secundarias, atrajo uno de los encuentros más grandes que la Catedral ha visto desde la última ordenación episcopal en el 2012.
El diácono Rivera-Rivera tenía 10 años cuando comenzó a servir en la iglesia como monaguillo en la parroquia Nuestra Señora del Monte Carmelo en Río Grande, al este de San Juan, la capital puertorriqueña. Su sistema de apoyo terrenal comienza con su esposa por 26 años, María, quien también creció allí. Una oportunidad de trabajo les trajo a ellos y a sus tres hijos – Louren, Alejandra y Giovanni – a Maryland en el 2002.
“Me encanta que sea diácono”, dijo María. “Observándolo a él y a los demás en formación… hemos tenido muchas bendiciones”.
El diácono Rivera-Rivera fue revestido por el padre Ray Chase, quien supervisó su pasantía en St. Elizabeth Nursing Center, una dependencia de Caridades Católicas de Baltimore localizada en el campus de centro de vivienda para ancianos Jenkins Senior Living.
“Es un hombre extraordinario”, dijo el padre Chase. “Gentil es la palabra que viene a la mente, pero hay una riqueza en ella. Cuando está cerca de alguien, José desaparece. Él trabajó con personas con demencia o Alzheimer, y todos eran individuos únicos para él.”
El diácono Rivera-Rivera fue uno de los tres ordenandos de habla hispana, todos conocidos por el Padre Héctor Mateus-Ariza, pastor de la parroquia la Resurrección de Nuestro Señor en Laurel. Esa es la parroquia a la que pertenece el diácono Rivera-Rivera, y la primera asignación para el diácono José Rubén Morales, también originario de Puerto Rico. El padre Mateus-Ariza presentó las vestiduras al diácono Manuel de Jesús Hernández-Jovel, originario de el Salvador, a quien reclutó para el programa de formación.
“Estoy tan feliz por ellos”, dijo el padre Mateus-Ariza. “Quiero saltar de la alegría”.
El padre Michael Triplett, director de formación de diáconos, habló sobre la importancia de agregar tres hispano parlantes a la lista de clérigos arquidiocesanos.
“Los primeros diáconos fueron ordenados para llenar una necesidad en una población que fue descuidada”, dijo. “Es necesario que la Palabra sea enseñada por hablantes nativos”, dijo el padre Triplett.
La cosecha incluyó a hombres que ya son evangelistas comprobados, como el diácono Andrew Lacovara, quien inspiró a su esposa, Avendui, así como a su madre y padrastro, a unirse a la iglesia católica.
Eso sucedió en la parroquia de Corpus Christi en Baltimore, la iglesia a la que pertenece el diácono Lacovara quien recibió las vestiduras de su párroco, el padre Marty Demek, completando así, un viaje que comenzó con un predecesor, monseñor Richard Bozzelli, y que floreció bajo el padre Triplett.
“Él es un guerrero feliz, sincero sobre la fe, por lo que es una experiencia alegre aprender sobre ésta y sobre el ministerio”, dijo el diácono Lacovara acerca del padre Triplett.
El diácono Lacovara, un buceador comercial, dijo estar ansioso por “llegar a quienes se encuentran en los márgenes y compartir sus necesidades con la comunidad”.
A medida que los 14 hombres esperaban para seguir a la guardia de honor de los Caballeros de Colón en la Catedral, uno pronunció, “aquí vamos, hermanos”. El padre Triplett siguió en procesión junto al padre Patrick Carrion, su predecesor en el programa de formación de diáconos. Fueron seguidos por monseñor Richard Woy, rector de la Catedral.
Julia Riblett, hija del diácono Brian Riblett, hizo la primera lectura, y la esposa del diácono Morales, Vanessa, leyó la segunda, en español.
“Como ustedes saben, un diácono, hosco, pomposo o egoísta es una contradicción en términos, porque la palabra ‘diakonia’ tiene que ver con el servicio gentil y generoso hacia los demás”, dijo el arzobispo Lori en su homilía, en la que exhortó a los nuevos diáconos a “esforzarse por imitar a Dios”.
“Cristo el Señor, quien es ‘manso y humilde de corazón’ (MT 11:29) – es él quien os invita a participar en su ministerio. Vuestra disposición a escuchar, paciencia en situaciones difíciles, y vuestra disposición a construir puentes, y a evitar el discurso duro y cínico, vuestro rechazo a todas las formas de clericalismo – sí, también puede sucederles – todo esto y más es lo que significa ser gentil en el ministerio tras el ejemplo de Cristo. ”